Esther Margaritas

La que era, la que erra y la que narra 






Por Edward Páez – 2024 








los astros buscan el cielo
para hacer estallar constelaciones
yo busco tu nombre en mi boca
para que exploten las vocales


De noche




Allí en la pantalla se encontraba Esther, escritora y trabajadora de la fotografía y la performance. Nacida en 1992 en Puerto Varas, conoció la poesía desde el error y desde allí comenzó a crear un mundo narrativo, que la siguió buscando incluso después del fuego, cuando, confesó, ella misma quemó sus textos tras rehusarse a escribir.



“Esta fractura y herida, fue la que me llevó a conocer la poesía”.





¿Qué significa para ti la poesía?

“Para mí la poesía parte desde el error. Yo me reconozco como una escritora que está errando, que llegó a la escritura errando, digamos, porque llegué por una desilusión amorosa (…) Entonces si me preguntas a mí directamente qué es la poesía, para mí es un error, como algo a lo que no se llega con la facilidad del estarse bien. Siempre hay que tener un dejo de ternura y de nostalgia”. 


Fueron autoras como Sylvia Plath, las hermanas Brontë, Teresa Wilms Montt y María Luisa Bombal, quienes la cautivaron e hicieron de nexo con el proceso de su escritura. Una donde está latente tanto la memoria de los territorios que recorre, así como también sus vivencias sexuales, eróticas y su activismo transgénero, que considera “fundamentales en su obra”.

Un sello que ha traído a la luz libros como: "Irreverente. De la libertad al erotismo" (Spam! Ediciones, Santiago. 2017). "Lagrimal. Cuando nos ajamos en la tarde". (Ediciones La Polla Literaria. Santiago. 2020) y “Abertura de Mar” Editoras Saraza, Buenos Aires. 2022). 


¿Cómo fue el proceso de escritura detrás de Irreverente, tu primer libro?

“Irreverente es un libro que nace, yo creo, de mi primera acción de arte, Porque no quería seguir escribiendo, la verdad, rehusaba a la escritura después de la muerte de un amigo por SIDA, cuando éramos súper chicas, teníamos como 17 años, y él muere”. 

Este acontecimiento marcó un antes y un después en la vida de Esther: “me generó una depresión muy grande, una de mis primeras depresiones”. Lo que la llevó a quemar cualquier papel que llevara su letra, salvo uno que logró sobrevivir: “cuando él muere yo ya dejo de sentir esa necesidad de escribir, hasta que pasa tiempo después y mi madre me entrega un cuaderno, y veo que queda algo”. 






Este hallazgo se transformó en un proyecto que años después sería su primer libro:

“En este proyecto yo me ensimismé, porque era un proyecto que me ayudaba a la cicatrización y a rememorar a mi amigo. Finalmente, darle un cuerpo protagónico”. 



Irreverente, se ha transformado con el paso del tiempo, siendo una lectura preferida por un público adolescente, quienes manifiestan su agradecimiento con la portovarina: “Es increíble, realmente es muy increíble, porque me lo compran puros adolescentes que están saliendo de los closets”
¿Cómo te hace sentir que la gente tenga esa recepción del libro y te escriba de vuelta?

“Creo que ahí el protagonista es el libro, yo fui solamente quien lo escribió, ¿cachai? Como que el libro tiene la respuesta que ellos necesitan (…) en el libro están los poemas, en el libro está la aceptación a la diversidad y la negación absoluta a la norma, y es lo que finalmente yo en ese libro traté de plasmar”. 


¿Por qué crees que aquellas vivencias eróticas se han transformado en un distintivo que tus lectores siguen en tus obras?

“Mis vivencias eróticas para mí son fundamentales porque es mi cotidiano y yo escribo sobre el cotidiano. Hay días en los cuales tengo relaciones sexuales y me parece entretenido escribir sobre eso, y lo hago, y no tengo miedo a mostrarlo”. 



¿Cuál es tu opinión respecto al concepto de literatura LGTBQA+ frente a la predominancia de la narrativa masculina?

“Yo creo que siempre va a haber una categorización en todo, es parte del proceso artístico (…) Ahora, yo creo que los géneros LGTBQA+ son súper necesarios, por ejemplo, llevar la literatura, en este caso mi escritura de Esther Margarita, a una literatura convencional no entraría, pero si está en un catálogo de literatura LGTBQA+, sí va a ser un circuito, sí va a hacer un ruido, porque es a lo que me dedico finalmente, hablar sobre estos temas”.


El hacer: Inquietudes artísticas que convergen



Paralelo a la escritura, Esther trabaja con la fotografía y la performance. Según la autora, cada una de estas ramas se retroalimentan entre sí: “Yo te diría que, en Lagrimal, que fue mi segundo libro, estuve haciéndome más fotografías, que, escribiéndolo en sí, de todas maneras”. 






¿Qué tipo de imágenes son las que poseen una mayor representación escrita para ti?

“Cuando estoy en algún bloqueo literario, para trabajarlo, me voy rápidamente a la fotografía y le saco fotos a mis espacios comunes, me hago autorretratos, me planteo desde esa vereda y voy generando un contenido que después tiene imágenes escriturales”. 


“Una fotografía igual es un escrito, igual es un diario de vida, igual hay algo íntimo, igual hay algo que se mueve, igual hay algo que está quieto siempre”. 




¿Fue un bloqueo creativo lo que te llevó a descubrir tu talento en la fotografía y la performance?

“Sí, creo que fue un bloqueo creativo, pero también siempre vi a mi madre haciendo fotografías de rollo, y cuando estudié literatura automáticamente me fui hacia esa dimensión fotográfica. Entonces ahí las acerqué muy muy muy estrechamente (…) La performance llega después como una suerte de rebeldía, como que recuerdo una época muy rebelde de mi vida donde ya no tenía miedo a nada y quería puro explorar, y mi cuerpo era mi mejor mecanismo de exploración”.

La performance captó la atención de Esther por su espontaneidad, la falta de guiones y el acto de memorizar:

“El día que tú vas a accionar es uno de uno, esa obra no se repite nunca más, es como un fuego, después ya no queda nada y eso a mí me encanta”. 



La poeta fue ganadora de una beca del Fondo de la Cultura y el libro 2021, y se encuentra por publicar su cuarto libro llamado “Bitácora trans”, asegurando que saldrá en octubre de este año. El libro contiene sus diarios de vida, desde su momento de tránsito hasta la actualidad: 

“Yo me fui a vivir a la isla de Chiloé cuando me gané esta beca de creación y por ese motivo me quedé viviendo cuatro años allá (…) pero tuve muy poco acceso a mi hormonización y eso fue muy doloroso, porque no había una cabida para mí, al menos en términos médicos. Y ahí como que le di toda la vuelta al libro, lo trabajé, lo trabajé y lo terminé, aunque siempre vuelvo a escribir algunas cosas de repente”. 








Además de “Bitácora trans”, Esther comentó estar trabajando en una novela llamada “Pintémonos las uñas hasta que termine el temporal”, una obra que tratará sobre una mujer travesti que maquilla muertos y un día se enamora de uno, en palabras de la autora:


“Es mi primera novela y le tengo mucho cariño, no la quiero terminar, entonces como que la corrijo, la vuelvo, la borro, continúo. Pero porque me encanta escribirla, encuentro que es un proceso muy bonito. Ficcionar una historia real, encuentro que es una maravilla, como que te puedes esconder muy bien y puedes salir descubierta también”. 



Revista Larus
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