Idea Vilariño:
Mi poesía soy yo
Por Juana Balcázar 2023
Encontrarse con Idea es escaso, son momentos escurridizos y únicos, como su poesía. De esos momentos, encontré caminando fuera de una librería en Santiago, la reciente edición del poemario Nocturnos de la autora uruguaya, editado por la Universidad Diego Portales y prologado por Paulina Flores. Tales son las casualidades, o los accidentes, que aseguró Vilariño fueron muchos en su vida. Menos sí, la poesía, de la cual estableció en entrevista con la escritora Elena Poniatowska: “Mi poesía soy yo”. De esa aseveración, el resumen de su incansable palabra.
Sobre ella muchas notas biográficas. Nació en Montevideo en 1920, de padres anarquistas, destacan como una curiosidad y una adivinación los nombres de ella y sus hermanos: Azul, Alma, Idea, Poema y Numen. Fue una figura primordial de la generación del 45 en la literatura uruguaya, donde también destacan Mario Benedetti y Juan Carlos Onetti. De este último, el conocido y errático amorío del que la mayoría de artículos habla.
Pero creo que la mejor forma de entender el mundo de Idea, no es recorriendo tantas fechas. Sino que debemos mirarla desde lo que aseguraba ser: su poesía.
“Y seguirá sin mí este mundo mago
este mundo podrido.
Tanto árbol que planté
cosas que dije
y versos que escribí en la madrugada
y andarán por ahí como basura
como restos de un alma
de alguien que estuvo aquí
y ya no más
no más.
Lo triste lo peor fue haber vivido
como si eso importara
vivido como un pobre adolescente
que tropezó y cayó y no supo
y lloró y se quejó
y todo lo demás
y creyó que importaba”.
Y seguirá sin mí (1979)
Es difícil tarea definir una pulsión continua en la escritura de Vilariño, no solo fue poeta, sino que destacó como ensayista, crítica, traductora y letrista de canciones. Pero sí se puede vislumbrar, en forma de apariciones, la muerte, la soledad y el amor, desde una sensibilidad oscura, más bien realista, con una certeza sobre la vida que entonaba con lucidez.
El acercamiento a la muerte fue continuo. Su familia, de clase media, vivía en una casa hecha de cal, cuyo polvo afectaba el asma de la frágil Idea.
Esta es otra constante, la fragilidad tomaría forma en sus obras como un sentido de la pequeñez humana.
Idea junto a su hermana Poema. Imagen: libro “Poemas recobrados – Idea Vilariño”.
“Quién
yo
o esa estera caída
esa desalojada
yo ese fruto comido
yo esa alfombra arrumbada.
Quién
yo
aquella o esta
la entenada o la muerta
la ilesa o la acabada
la impúdica doncella
o este cascajo puro.
Yo cualquiera
yo enferma
yo nadie
esta o aquella
o qué sé yo
quién
nadie
cualquiera aquí
muriéndose”.
Quién (1950)
A sus veinte, la muerte. Su madre primero y luego su padre, después, su hermano Azul a los veintitrés años. Entonces el dolor no solo vendría en forma de ausencia, sino que además de manera física. Idea sufría de un eccema, que hacía que la piel se le inflamara y cayera a jirones.
El dolor físico y la enfermedad, es justamente otra pulsión en la vida y obra de la escritora.
No busco definir en un artículo a la Idea generativa que plantean los libros de la historia más reciente de la literatura latinoamericana. Pero tal vez, desenmarañar cuestiones vitales de su trabajo poético.
Vilariño era un espacio íntimo que buscaba silencios. Y esos silencios, acciones concretas que iban en su línea de pensamiento. Fue reacia en promocionar su obra, concedió muy pocas entrevistas. Hermética e intransigente, esa ausencia se reflejó de forma clara en una característica consecutiva de sus poemas, el ahorro de palabras, que volvía más potente y filosa su forma de traducir el mundo que habitó.
Panorama de su producción literaria
En lo que respecta a sus obras publicadas, sí me parece importante recorrer fechas. Tenía veinticinco años cuando publicó su primer libro de poesía llamado La suplicante (1945). De sus obras destacan Cielo, cielo (1947) donde experimentó desde la ruptura de las estructuras sintácticas. Posteriormente publicó Paraíso perdido (1949), Nocturnos (1955), Poemas de amor (1958), Pobre mundo (1966) y No (1980).
El 2005 obtuvo el premio de poesía José Lezama Lima, por su antología En lo más implacable de la noche. Además, su labor critica se concentró principalmente en la poética popular del Río de la Plata, que reunió en el libro Las letras de tango, publicado en 1965.
Hace poco también encontré en línea su poesía recobrada, un documento de 348 páginas editado por la Biblioteca Nacional de Uruguay, aquí se rescatan tanto documentos históricos, como los manuscritos de sus poemas de infancia y adolescencia.
“Mi vida es un tala,
mi amor es un cardo,
mi senda poblada
de espinas está.
Ando siempre sola
y aun entre la gente
sola estoy pues mi alma
muy lejos está.
Mi amor es un cardo
que como él lastima
mi amor es un cardo
de rojo color
con perfume tenue
y horribles espinas.
Mi vida es un tala,
un cardo es mi amor”.
Mi vida es un tala (1933)
Manuscrito de “Mi vida es un tala”, con una anotación de Idea en el penúltimo verso del poema. Imagen: libro “Poemas recobrados – Idea Vilariño”.
Este poema, escrito a los trece años, muestra las primeras pulsiones de Idea, sobre temáticas como la soledad y el dolor. En algunos manuscritos se puede observar también las líneas correctivas a ciertos versos, y agregados de fechas y años, como una forma de dejar marcas a lo que sentía, o pequeñas boyas que la llevarían al recuerdo de lo que escribía.
Hay otro poema, que me llamó la atención, y que aguarda entre sus versos otro de los ejes temáticos que se repartieron entre sus obras, la añoranza:
“Volverán aquellas noches
Volverán aquellas noches,
aquellas noches de invierno,
en el jardincito verde
lleno de suspiros tiernos?
Yo creo que volverán
y que el destino apiadado
hará que un día se unan
dos que siempre se han amado”.
Volverán aquellas noches (1934)
Manuscrito de “Volverán aquellas noches”, con anotación de Idea al margen
del poema “13 años”. Imagen: libro “Poemas recobrados – Idea Vilariño”.
En el manuscrito adjuntado en la edición, Idea anota al margen del poema “13 años”. Este escrito en específico me recuerda a uno de su poemario Nocturnos, llamado Noche de sábado, donde en un extracto establece: toda la vida vive/ toda la noche es noche/ el mundo mundo/ todos/ están afuera están/fuera de aquí/ de mi ámbito/ para todos es sábado/ es la noche del sábado/ y yo estoy sola sola/ y estoy sola/ y soy sola/ aunque a veces/ a veces/ un sábado de noche/ me invada a veces una/ nostalgia de la vida.
Tapa del cuaderno donde Idea registró mucho de sus poemas de
adolescencia. Imagen: libro “Poemas recobrados – Idea Vilariño”.
Tenía treinta y nueve años Vilariño, cuando escribió Noche de Sábado, y aun así sus poemas se conectan como puentes, como un relato hablado a su “yo”. Y a esa niña de trece años que escribió Volverán aquellas noches, donde yace la nostalgia reunida en sus cuadernos.
No es entonces pretensiosa la afirmación “Mí poesía soy yo”, es de hecho, sincera. La uruguaya construye un mundo, donde habitan diferentes Ideas, mujeres por las cuales el tiempo transita, y su poesía, un intento de unirlas, generando versos que denotan el realismo de la vida, de la muerte, de su propia muerte, y de la soledad implacable, donde murió el mundo mago, que tanto añoró.
Imagen: libro “Poemas recobrados – Idea Vilariño”