Mara Rita:

Un trópico infinito se guarda en tu memoria 



Por Juana Balcázar - 2024 




“Ya sé por qué me temen

Nunca entendí por qué tiene que ser así

Pero aquí me quedo para siempre”.



Trópico Mío









Conocí a la poeta chilena Mara Rita tres años después de su muerte. Cuando encontré buscando en internet, su primer libro publicado a los 24 años llamado “Trópico mío”, editado por Mago Editores. Quizás, de esta forma tan lejana, su figura aparece iluminada como una pequeña joya, una piedra entre medio de la selva que ella misma escribió. Que fue plantando para formar su propio territorio, y que nació de un cuadernito lleno de flores que le regaló una alumna.


Quiero recobrar en este breve artículo su memoria, la de una escritura fugaz pero permanente, nacida en 1991 en Santiago de Chile. El legado de la obra de esta escritora, profesora y activista trans, también está reflejado en su accionar político. Estudió Licenciatura en Lenguas y Literatura Hispánica en la Universidad de Chile, y como profesora impulsó el primer preuniversitario popular para acoger estudiantes LGBT+.


Mara también desarrolló su activismo en organizaciones como la Asociación Organizando Trans Diversidades (OTD Chile), y como vocera y gestora de diferentes actividades, entre ellas la redacción de la revista Le Trans. Siendo un pilar importante en el avance de los derechos de la diversidad sexual y de género en nuestro país.


Pero como ella misma estableció en una entrevista: 


“En Trópico Mío doy luces de una hablante lírico transgénero, pero traté de no centrarme sólo en eso, sino en muchos aspectos que nos complican a todos en nuestros procesos de formación de identidad. El libro es una experiencia de formación que no es sólo mía". 

Y así parece ser, Trópico Mío es un solo poema largo que se va entrelazando como raíces en un total de 100 estrofas. Aquí Mara Rita se abalanza desde su propia existencia, formando una cosmogonía llena de elementos poéticos que nos trasladan al crearse a sí misma, a tomar el mango de lo escrito y reescribir en nuestros propios fragmentos. 


XLIII


Yo también soy violenta y le abro las piernas a la larva

En su entrepiernas dejo caer mi saliva salada

La gran larva se retuerce gritando



XLIV


La larva murió y no sé qué hacer

¿La entierro o la dejo a la intemperie?

Me obligaron a creer que me importa todo


XLV


Yo ya no duermo tranquila

Duermo y sudo a cada momento

Sólo puedo comer tierra 



Podemos encontrar retazos de su proceso escritural en la entrevista hecha por la periodista Javiera Tapia, para la revista Palabra Pública, el año 2015, recién publicado este poema extenso:

"Me cargaban esos primeros libros chiquititos de escritores que después se lanzan a la novela. Y me pasó a mí. Yo quería lanzar un gran mamotreto, pero todavía no termino eso. Sentí la urgencia de definirme y decir, con justificación por cierto, que era escritora.



Javiera Tapia: Abre el libro y me muestra las fotos que aparecen. Son retratos suyos que una amiga tomó en el Cerro 15 de Maipú:


‘Me gusta esa idea de poner fotos, como lo que hacía Lemebel, así que le copié. Es bonito’”. 



La autora describe la existencia humana en hermanas gemelas, en madres y padres que eclosionan de un huevo, y se convierten en larvas. Criaturas que salen de su pubis y se dilatan en espacios donde descifra los yo, los múltiples espejismos de lo que somos, y de lo que devenimos a lo largo de nuestra vida. Por eso no hay un solo hablante en su poema, hay distintas etapas que la escritora logra unir de forma magistral. Y nos dice: “toda configuración del yo es metodología / toda metodología es discurso / todo discurso es ideología”.


Nos revela entonces, mediante su cuerpo, que más que estructuras hay líquidos, y aquí su voz se alza entre los versos para recordar tal designio: “Todo colapsa siempre / Se escurre un líquido / Lo líquido es lo innegable/ Yo toda soy innegable / Yo toda soy verdad / Yo toda soy líquido”.


Luego del accidente cerebrovascular que terminó con su vida a los 25 años. El 2021 se publicó el libro “Me arde”, obra póstuma editada por Ediciones del Intersticio, en un trabajo colaborativo con Vicente Martínez; Arheli García, y la Ex Coordinadora de Extensión FECh.


En este texto, la autora deja un espacio que se enciende, y que llega a expandir gran parte de las imágenes poéticas que logra en Trópico Mío. Donde presenta como fluido y mordisco, una viveza que no deja descansos. Y que se dibuja como experimentos que alteran los ritmos de sus versos, llevando al poema a una plasticidad que deshilacha las palabras, convirtiéndolas en figuras que contradicen el orden de lo binario.


Tanto su obra como su vida, se alzan fuertes, y se mantienen como una luz incandescente. Por eso me parece importante recalcar esto; Mara Rita también  contribuyó en la visibilización de las vivencias trans en Chile, tocando dentro de su activismo temas urgentes como la discriminación, el acceso a la salud pública y el rechazo de las instituciones laborales.


Gracias a ella se creó el decreto que lleva su nombre, y que la Universidad de Chile aprobó para que lxs estudiantes pudiesen ser tratados con su nombre social. Algo que no fue respetado el día de su deceso, y que es pertinente no olvidar, ya que a través de una denuncia que hizo pública su pareja Vicente Martinez, se relató cómo se pasó a llevar el derecho a la identidad de Mara Rita por parte del personal médico que la asistió.


Su nombre en la poesía chilena contemporánea debe ser nombrado una y mil veces. Porque más que un impulso, más que un mero acto literario, la escritura de esta autora es una herida que no conoce ni costra ni cicatriz, es, tal como dijo ella, una marca aún viva de su existencia, y no podía no ser así. 







Puedes leer Trópico Mío de forma digital aquí






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