María Monvel: La palabra que rompe la muerte 



Por Edward Paez  2023






Fotografía: Memoria chilena


Ercilia Brito Letelier, mejor conocida como María Monvel, fue una poeta chilena nacida en Iquique en 1899, una época donde las mujeres se veían restringidas a realizar actividades domésticas sin dar espacio a la literatura, justamente su seudónimo lo creó con la idea de desligarse de su familia, quienes no la apoyaban en la escritura.

Su vida literaria comenzó en su ciudad natal, donde publicó poemas en revistas y folletines del norte de Chile. Además de ser poeta, fue narradora, columnista de diarios y revistas, traductora de Goethe y los sonetos de Shakespeare, y es a sus 17 años, cuando es parte de la antología de poesía chilena llamada “Selva Lírica”, teniendo su primer impulso a nivel nacional. Gabriela Mistral comentaría sobre ella:

“La mejor poetisa de Chile, pero más que eso: una de las grandes poetisas de América, próxima a Alfonsina Storni por la riqueza del temperamento, a Juana de Ibarbourou por su espontaneidad. Empecé por admirarla y he acabado por quererla”.


Pronto emigra a Santiago para buscar mayores oportunidades, donde fue directora de revista “Para Todos” de editorial Zig-Zag. Tiempo después, se casó con Armando Donoso, un crítico literario y periodista que conoció en la capital, con quien generó un genuino vinculo de compañerismo, además de convertirse en el padre de sus dos hijos, María y Armando Donoso.

La maternidad era algo que se reflejó en su poesía, siendo bastante crítica respecto a la labor agobiante de cumplir el rol de madre, algo que describió como un trabajo que le hacía sentir que ya no era mujer. Pero a la vez, sostuvo una temática donde intenta rescatar los momentos de la niñez desde la observación de sus hijos. Un ejemplo de esto es el poema como “Mi hija juega en el jardín”.


Mi hija juega en el jardín

Y yo la miro quieta y triste,

Triste de tanta dicha, triste

porque la dicha tiene fin.



Viene corriendo y se va luego

y me da un beso o una flor.

Su voz musita, a veces un ruego,

a vez un mimo encantador.

Es la más linda de las flores

En ella están dicha o dolor…

¿Qué han sido todos mis amores

comparado con este amor?



No pienso en destinos amargos

Ni en que las cosas tienen fin,

Pero quisiera largos, largos

Estos momentos del jardín.


A lo largo de su carrera, Monvel demostró una habilidad asombrosa para transmitir las preocupaciones vitales y cotidianas a través de un lenguaje claro y sin artificios. Sus poemas, desprovistos de retórica, llevaban consigo la complejidad de sus emociones: amor, felicidad, realización y también un profundo dolor. Su conexión con la tierra, su familia y su experiencia como madre se entrelazaban en sus versos, creando una narrativa poética rica y conmovedora, llena de fuerza y vida.

La intensa vida que sostuvo a su corta edad, fue lo que desencadenó la riqueza de su obra, aunque hubo acontecimientos que marcaron de sobremanera su vida, como los viajes realizados en compañía de su esposo por América y Europa, donde conoció a Laura Barahona, persona con quien vivió una intensa vida amorosa. 




Ilustración del poema “Había olvidado el amor”,
de María Monvel. Archivo Memoria chilena. 

Ambas eran mujeres casadas y con hijos, pero aun así Monvel se enamoró perdidamente de ella, transformándose en el motivo lírico de muchas de sus creaciones literarias. Sin embargo, la muerte prematura de Laura en 1935 a sus 29 años, sumió a Monvel en una depresión de la cual no pudo recuperarse, desencadenando el momento más oscuro de su vida y un declive emocional tan fuerte que la llevó a quitarse la vida en 1936, esto según la investigadora Isabel Ossa Guzmán, quien establece una larga investigación de su obra y vida en el programa Invisibles del Instituto de Estética de la Universidad Católica de Chile.



      
Dibujos que ilustran diferentes poemas de María Monvel, la segunda ilustración del escrito “El azul engaña”, publicado en Revista Zig-Zag, el 20 de abril de 1918. 

Años después de la muerte de Barahona, se intenta camuflar la relación entre ambas mujeres diagnosticando a Monvel con una neurosis obsesiva, un término muy utilizado en la época para invalidar el amor homosexual, cuya descripción sostenía que aquellas personas diagnosticas se preocupaban y sentían de forma obsesiva cosas que realmente no eran de su interés, siendo recetada con fármacos que no sirvieron de nada.

La investigadora cubana, Julieta Carrera, quien ha trabajado ampliamente en el descubrimiento de la vida y obra de Monvel, se refirió un poco al estado en el que se encontraba antes de quitarse la vida, cuyo sentir se hizo presente en sus textos:

“Tras la muerte de la mujer que ama, se acrecentó el tono dramático. Monvel se hace introvertida y huye de todo encuentro y mirada, se refugia en la soledad y abandona el mundo, se hunde en su dolor, sabe solo que la ama y trata de encontrar en el suicidio un escape a su angustia”.



Antes de su prematura muerte, Monvel escribió seis poemas donde reflejaba el sufrimiento, pena y dolor que sentía, además de dar indicios de lo que estaba a punto de hacer. Uno de los escritos que mejor refleja su sentir es “Dónde se fue mi vida”, aquí un extracto:


¿Dónde se fue mi vida
cuando se fue mi estrella?

¿Si huyó de mí, quién sabe,
o es que no puedo verla?

¿Es que me cogió el alma
una brutal ceguera?

¿Se ha anulado mi tacto
que palpa sin que se sienta?

¿Mientras estás conmigo
me destroza tu ausencia?

¿Me llamas y me besas
sin que escuche ni sienta?

¿Me oprimes en tus brazos
mientras te sueño muerta?

¿Tú, huirte? ¿Tú dejarme
en soledad inmensa?

¿O es la locura acaso
quién puebla mi conciencia?


La obra de Monvel se puede dividir en varias fases que reflejan su evolución como escritora y su exploración de temas que eran tabú en su época. Desde su juventud melancólica hasta su fase erótica, maternal y, finalmente, trágica, sus poemas siguen siendo una ventana a las complejidades del alma humana, aún después de tantos años de ser escritos.

No obstante, su legado quedó eclipsado por el ruido de los nombres masculinos de la época, como el boom de Vicente Huidobro e inclusive, la atención que recibió Mistral por sus hazañas literarias. Sin embargo, se pueden apreciar distintos factores que la llevaron a ser invisibilizada, tales como su valentía en abordar temas incómodos, como el lesbianismo y su particular estilo que resonaba con una sinceridad inquietante para la época.

A pesar de su trágico final, María Monvel perdura en la memoria como una poeta valiente que desafió las limitaciones impuestas de su época, y se atrevió a explorar las profundidades del amor y la pérdida. Su tumba se encuentra al lado de su amada Laura, siendo este su último su deseo en vida, donde fue su marido Armando quien se encargó de cumplirlo, además de publicar sus últimos escritos que solo reafirmaron la intensidad de su corta vida.


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