Hace algunos años y más



Por Pía Ahumada Seura  2023


“Hace algunos años”: es probable que hayas escuchado esto (cuando tenías veintialgo) o tú mismo lo hayas dicho (rondando los treintaialgo) ¿desde cuándo el “hace algunos años” pasa de ser ajeno a propio? Es como todo, comienzas con algún pasatiempo, hobbie, trabajo alternativo al formal, algún proyecto artístico, te gusta escribir, quieres publicar, quizás escogiste hacer un fanzine, una revista, una publicación digital, tienes un blog o dejas algún verso en RR.SS. A los años –o quizás llegando a la década– y si es que te dedicaste tanto a tu pasatiempo como a tu trabajo; llega el momento en que piensas “ya lo he visto todo”.


En general, nos situamos en una ciudad pequeña, junto a otra ciudad pequeña (que no pensamos como un gran punto, porque la desconexión entre ambas es todavía grande).  

Estamos en una región que, si bien cuenta con una ventaja geográfica (por su cercanía con la capital, comparando con las regiones más al norte del país) no está mucho más desarrollada en el aspecto literario. 


Algo más que nos acerca a “lo literario” es la constante presencia del rostro de Gabriela, pero más que literario parece que se desvía hacia lo rentable (turístico más que artístico); se anuncia que la feria del libro local es la segunda más grande del país, sin embargo, su crecimiento, desarrollo e impacto se ha estancado desde hace décadas (pensando en que los avances se vuelcan hacia la valorización del autor local –bien ahí–, sin embargo, en tanto a crecimiento, alcance, espacio y renovación, pues queda siempre un poco coja).


En un aspecto menos general, pensando en autores o grupos de autores, en algún momento dejó de ser importante conocer a otros que se dedican a lo mismo en tu lugar de residencia: puede ser el desencanto propio de la época en que vivimos (inmediatez compitiendo con el proceso lento de la escritura, lectura y publicación) o la posibilidad de saltar por sobre lo análogo para surgir de modo virtual (plataformas digitales para escritores, ventas de libros electrónicos, publicidad masiva a bajísimo costo, relaciones públicas con escritores y editoriales sin intermediarios). ¿Hemos visto todo? ¿Qué tanto conocemos? ¿Por qué es importante?


No estoy contándote nada nuevo cuando te pregunto si has escuchado o dicho “Hace algunos años”, tampoco estoy brindándote datos difíciles de encontrar ni algo que no hayas escuchado antes (revistas, ferias del libro, cafecitos, autores varios); vivimos rodeados de esto y esto es literatura en estas tierras.

No tengo conocimiento sobre el tiempo estimado para que una generación reemplace a la anterior, quizás todo está fundido o carece de divisiones claras entre una y otra; punto que –quizás– explica por qué el ambiente literario permanece estático.
Alguna vez, una amiga poeta, me dijo que si nacías en provincia querías irte a la capital (Santiago); si naces en la capital, quieres irte a la capital cultural de Latinoamérica; si naces en Buenos Aires, quieres irte a la capital cultural del mundo.

Estábamos hablando sobre irse o quedarse, la conclusión es “hacer” sin importar dónde estés; considerando que existe tanto lo real como lo virtual e intentando echar mano de todo lo que puedas, porque si continúas desarrollando la escritura, en algún momento la tierra que habitas se volverá pequeña.

A propósito del “hacer”, en el 2010, conversaba con un poeta santiaguino en un lanzamiento: me contaba que en la capital habían tres o cuatro lugares que concentraban las actividades literarias y que, para ser conocido, debías tener y mantener presencia en estos lugares, me pregunté ¿durante cuánto tiempo debo hacer eso? ¿es posible mantener ese ritmo un año o cinco años? ¿se cansará alguien de frecuentar los mismos lugares, ver las mismas caras, escuchar los mismos textos, relacionarse con las mismas personas?

Mis preguntas quedaron sin respuesta porque no me atreví a hacerlas en ese momento, me sentí profundamente estúpida porque estaba pensando en esas preguntas mientras debería estar pensando en qué escribir, cómo escribirlo, cómo mejorar, con qué guiar el camino, qué libros debería leer o a quién debería pedir consejo.   

Hace algunos años disfruté de muchas cosas que me asombraron, me empujaron a llegar más allá de lo que imaginé en 2010 (el año que considero el comienzo de mi historia literaria) y, desde ahí en adelante también cerré proyectos, finalicé relaciones laborales, convertí gusto en trabajo, escribí, avancé, me comprometí con otros proyectos, autores. Sufrí también en el camino, lloré y grité; pensé en abandonar, en hacer otra cosa.

No estoy contándote nada nuevo, viene crisis tras crisis y las sufrimos; vivimos en la precariedad de quien se dedica a alguna labor artística, cultural o literaria. Alguna vez escuché a alguien comentar: si las plantas del patio van a volver a crecer y otra vez caerán las hojas y todo se arruinará en poco tiempo ¿para qué limpiar el patio?

En algún momento pensé que había sido un error dedicarme a los libros (desde escribir hasta publicar; desde editar hasta encuadernar): me sentía inútil, consideraba que mi trabajo era absurdo, había decepcionado a las personas que confiaron en que me convertiría en una “persona de bien” (profesional con un trabajo formal) y, aunque me gustaba estar rodeada de libros, no alcanzaba a vislumbrar un futuro luminoso.

Ahora mis pensamientos no son distintos, pero estoy más consciente de mi posición y sé lo complejo que es vivir de los libros.

¿Qué tanto sabes? ¿Sirve lo que hacemos? ¿Deberíamos hacer otra cosa? ¿Por qué los escritores no han desaparecido?  



Revista Larus
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