Vera Zepeda: “El cuerpo es una palabra”



Por Juana Balcázar - 2024  


Fotografía: Cedida


“Soy una escritora trans travesti de Antofa”, es la frase con la que comienza Zepeda, con un cigarro hecho en la mano, pregunta si puede fumar. Ha estado toda su vida en Antofagasta y ha intentado varias veces irse de la misma ciudad: “nunca lo he logrado”, comentó. Es géminis, estudió derecho y nació en 1998, además de estos datos biográficos proporcionados por ella, en esta entrevista junto a Revista Larus, la cual confesó, es la primera que le hacen, hay otros datos recientes que dan cuenta de una carrera que ella misma se ha forjado, con el cuerpo que dice ser su propia palabra.

Ganadora del Premio Literario Pedro de Oña 2023, la escritora está por publicar dos libros este año, uno de ellos contiene dos cuentos que han sido galardonados en los Juegos Literarios Gabriela Mistral 2023, y una mención honrosa en el Roberto Bolaño de 2022. Pero se debe volver atrás, para encontrar retazos de esas primeras escrituras, y cómo se configuraron en su vida las palabras. Zepeda lo resume en dos cosas: “chamuyar” y “necesitar”. Y luego la pregunta más obvia:

¿Cuáles fueron tus primeros acercamientos a la escritura?

“Desde chica era muy chamuyenta. Recuerdo que a los catorce le decía a la gente que escribía libros, aunque nunca escribí nada. Hasta que una amiga me dijo: ‘oye mándame lo que tienes, quiero leerlo’. Y después de eso tuve la necesidad de que no me pillaran, y desde ahí le mandaba mis textos cada semana, un capítulo de una especie de novela que era una copia de Crepúsculo”.

El “chamuyo” se volvió necesidad frente a la emocionalidad adolescente, que trajo consigo sus primeros poemas, escritos que recuerda con cierto pudor, pero que fueron los primeros ejercicios que desataron un torrente: 

“No me agotaba y pasaba horas escribiendo de noche, ahí descubrí que necesitaba la escritura para expresar mis emociones”.




La memoria del desierto 



El imaginario del norte de Chile fue calando en sus textos, y contrariando todo el bagaje que tuvo de sus primeras lecturas. “Recuerdo que mis primeros textos a esa edad eran copia de literatura que había leído de Estados Unidos, donde hay un montón de personajes y siempre hay bosque, hielo, nieve. Y acá en Antofagasta es todo desierto, desde una etapa temprana esto se metió en mi escritura. Porque no podía hablar de algo que no conocía, no se podía sustentar a largo plazo”.

Hoy construye sus relatos desde el desierto, pero no como un mero escenario, sino que bordeando las diferentes problemáticas que conviven entre lo humano y los territorios que habita. Piensa en la sequía, y como escritora de su tiempo, en las repercusiones de la crisis climática en nuestra sociedad:

“Pienso que eventualmente si el calentamiento global sigue empeorando, las regiones son las primeras que van a colapsar. Me llama la atención los cambios del clima y cómo eso altera las relaciones humanas, y lo va a hacer”.



¿Cuál es tu percepción sobre el escenario literario en las regiones fuera del centro?

“Acá en Antofagasta sé que hay instancias de aprendizaje, pero tienen un tinte muy tradicional. La información nueva que se vive en el centro no llega para acá. En Santiago he tenido la oportunidad de compartir con escritores, y una habla de ellos y nadie los conoce, no llegan esos nombres. No hay un saber unificado hacia el norte, ni tampoco del norte hacia el centro. Me molesta que sea así, porque pienso que las voces importantes no solo están allá”.
Vera también ahondó en las instancias de aprendizaje, y comentó desde su experiencia respecto a cómo los escritores de provincia se van adaptando en un escenario desfavorable: “Cuando yo quería escribir, desde la distancia de Antofagasta, donde no hay talleres ni nadie que te oriente. Me propuse estudiar literatura, como no está la carrera en la ciudad, quería ir a Santiago, pero no pude. Fue en los talleres, en esos espacios que no son académicos, donde he aprendido mucho más a cómo escribir, que era lo que buscaba en una experiencia universitaria desde mi ignorancia”.

Estos espacios escapan de lo tradicional del academicismo, un escenario que según la escritora va en dos carriles distintos: “En estos talleres me he encontrado con gente trans y cola, a veces ellos se encargan de las instancias y he aprendido mucho. Por otro lado, siento que desde lo académico sigue siendo un mundo heterocis. Estoy en un diplomado de literatura, y los profes son hombres o mujeres cis, y los textos que se leen son de personas heterocis”.


El cuerpo construido



Al preguntarle sobre sus inquietudes como escritora, Zepeda estableció que es difícil responder, ya que “siento que la escritura a veces solo sale”. Pero sí confiesa que existen temas que se repiten, algo obvio según ella, es lo trans: “porque hay un rollo trans con el lenguaje. Por ejemplo, si yo fuera un hombre gay, no requeriría que las personas heterosexuales me digan constantemente que soy ‘un hombre gay’, no es necesario que exista un movimiento del lenguaje. Pero, con una persona trans debe haber un cambio en el lenguaje de todos hacia tu persona, y también un cambio de lenguaje interno”, comentó.

¿De qué forma crees que las vivencias de tu propio cuerpo, también se construyen en lo que escribes?

“Siento que desde una corporalidad trans, hay ciertas formas de ver el mundo que cambian debido a las hormonas, que igual influyen en mi forma de escribir ahora. El cuerpo pierde sus límites y pasa a ser otra cosa distinta que no conoces, me gusta abordar sus cambios y también sus intervalos, hay muchos periodos donde eres un espectro y no te saben leer, factores que en la realidad alteran mucho la percepción de los demás”.

Moverse en el mundo cuando tus límites parecen desdibujarse, es donde Vera Zepeda cree que el cuerpo se construye:

“Trabajo como cajera y a veces pienso, que en el espacio laboral una pone el cuerpo más bordeando lo cisgénero para estar tranquila, y eso es una omisión de la identidad, una especie de lenguaje aunque no tenga palabras, el cuerpo es una palabra”.



Otra inquietud constante de Zepeda se puede percibir en su cuento “No me gustan las ventanas negras”, publicado en julio de 2023 por Revista Origami ¿Qué significa la muerte para ti?

“El miedo a la muerte es un móvil interesante, cómo se acercan los personajes a la muerte con tanto miedo. Siento que eso puede generar ambientes y tensiones interesantes en poemas y escritura narrativa. Sobre todo, porque nuestro mundo es un mundo de muerte. Se habla de ella desde Jesucristo, nos dicen que fue un sacrificio. Luego está el miedo de a dónde vas a ir, si al cielo o al infierno. En este cuento creo que eso influye, está el planteamiento del suicidio, qué significa morir”.  

La escritura de Vera Zepeda tiene la fuerza del cuerpo, brazos y piernas que desdibujadas construyen imaginarios realistas que envuelven. Hoy, junto a reconocimientos que solo refuerzan el ímpetu que tienen sus palabras, se encuentra trabajando en varios proyectos prontos a salir este año. Primero, la publicación de una plaquette de tres cuentos titulada “Todo queda a kilómetros”, a publicarse con Histeria Editorial de Valparaíso. Además, el libro “Habitaciones”, con editorial Trazos de Aves, que reúne siete relatos centrados en la búsqueda de un hogar, y que contiene cuentos como “Vanesa” con el que ganó en los Juegos Literarios Gabriela mistral, culminando con el cuento titular “Habitaciones”, que fue reconocido con mención honrosa en el premio Roberto Bolaño (2022), premio donde recientemente, en su versión 2023, obtuvo nuevamente una mención honrosa por su novela inédita llamada “Condominio Pinares”. 


Foto de portada de su nuevo libro “Habitaciones” a publicarse en marzo de 2024,
por ediciones Trazos de Aves. Arte de portada por Cristina Arancibia. 
Revista Larus
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