Apuntes sobre la presentación
del poemario Enclaustro, de Ricardo Olave 



Por Ricardo Herrera Alarcón - 2024  



Imagen: Editorial Tortuga Samurái


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Según señala el colofón, Enclaustro(Ediciones Tortuga Samurai, 2022), fue terminado un 30 de marzo de 2022 en Coimbra, primera capital de Portugal, tras un largo viaje que comenzó en la habitación de una residencia sanitaria de Temuco en enero de 2021.

Enclaustro, cuya segunda edición data de enero de 2023, sucumbe a la tentación de escribir un libro sobre el encierro en pandemia. Todos sucumbimos a la tentación de la creación artística: nacieron revistas, nuevos libros y antologías, memorias apresuradas, proyectos que se habían atrasado por meses o años. La vida se ralentizó y de algo nos dimos cuenta: se podía hacer todo desde casa. Afuera nada existía, salvo la muerte.

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Dividido en tres partes: Enclaustro, Nueva vida y Salida del Claustro, este libro de poemas funciona con una estructura aristotélica que sigue al autor en una especie de diario de viaje. En estricto rigor, solo la parte primera da cuenta del encierro, mientras la segunda es una especie de viaje mental y la tercera el resumen de un viaje físico.

Enclaustro logra su mayor eficacia cuando metaforiza la resistencia frente a la enfermedad: un bosque de pinos que debe mantenerse en pie frente a los posibles embates de las olas (“Puerto de pinos”), un tímido niño que experimenta la soledad del salón de clases, o donde el sentirse ignorado lo afianza en su diferencia y crea un espacio de soledad y libertad más que de oprobio (“Efecto del muchacho típico del salón”), o una ciudad que se lee en la palma de la mano (“Temuco”).

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La ciudad de Temuco (también Puerto Saavedra, y más tarde Lisboa) es fundamental en este poemario. El paisaje o territorio, pero también la extrañeza del lugar. Olave se identifica con un espacio que lo constituye como persona. La eficacia de un poema como “Soy el Sur”, está tanto en sus ecos al texto “El alma de la tierra”, de Manuel Silva Acevedo, como a la carga de identidad que supone la enumeración de situaciones anodinas que uno va sintiendo como propias:

“El viejo que pasa frío en el invierno/ La ranchera que suena en la radio/ La harina tostada fresca en la feria/ El perro que se esconde del frío/ El adoquín que resiste ante el cemento”.


Pero no solo es la descripción de un cotidiano, es también la manera en que el autor logra transmitir una emoción sin caer en la sensiblería.

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Me parece que Olave se mueve con destreza entre la nostalgia y la poesía situada, sin detenerse  en una u otra.  En el encierro siente la pérdida de las personas y una forma de vida que se le escapa frente a la omnipresencia de la muerte. Ese niño sin rostro que aparece en el inicio del libro: 

“Ante la incertidumbre/ Perdimos la cuenta de los días/ Por mi ventana entra el ruido del columpio rechinando/ El viento lo mece/ Esperando/ Impaciente/ Al niño sin rostro”. 


Es capaz de cruzar la temporalidad y el desgaste como pidiendo al poeta que salga del encierro y ocupe su lugar. Si bien el recuerdo se encuentra en la memoria de un celular, no veo el afán de torcer el cuello a ningún ave (cisne, gallina o faisán). El hablante describe y en sus mejores momentos encuentra poesía en el tratamiento directo de la cosa, dejando de lado cualquier sentimiento insulso.
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Olave salió del horroroso Chile y lo deja de manifiesto en un poema. Escribe también su propio Diario de Vida donde señala que allá cambian las personas y no las ciudades, mientras acá todo muta. Viaja para no engañarse con la idea de ver nuevos rostros y nuevos días y poder ir a un encuentro real y palpable. Vive en Lisboa y Coimbra. Más tarde en Sevilla escribe una novela. Mantiene inéditos varios libros de este recorrido, entre ellos Portugal blues. Extranjero en el viejo continente no le teme a los que son diferentes, exige también que no le teman a él. Traducen sus poemas al francés, participa de un colectivo de escritores latinoamericanos. Entiende tempranamente que un escritor es quien escribe, ni más ni menos.

6

Este es un primer libro y Diego Rosas sitúa esa incómoda situación en el prólogo: “Me atrevo a decir que Enclaustro es –y siempre será- una carta de presentación, pero también de despedida”. Junto a la voluntad de construir una obra, el recorrido posterior de un escritor es sepultar ese grito primigenio, del cual nos avergonzamos. Olave no tiene nada de qué avergonzarse. Y espero que este libro no sea su despedida del mundo literario. Enclaustro comienza con una sentencia:

“Solo seré libre en mi mente”.



Y finaliza con una apuesta de esperanza:

“Recupera los valores de la vida/ Escondidos en la cómoda rutina/ Donde el privilegio estaba/ En sorprenderse cada mañana”.


Olave se sitúa en la vereda de la esperanza, desde allí comienza a andar. El fracaso le importa, sin embargo le seduce más la capacidad de torcer el destino a través del lenguaje y la acción. Esto significa que no podemos leer este libro desde el vacío y el desencanto. Yo creo que la posmodernidad nace con la escritura de El Libro del desasosiego y termina con su publicación. Lo demás ha sido un mal refrito.

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La escritura de Ricardo Olave es una apuesta de futuro. He seguido epistolarmente el viaje del autor por Europa. Nos hemos escrito durante bastante tiempo intercambiando opiniones sobre literatura y vida y he creído ver la convicción absoluta sobre su camino: ser escritor. Es quizás más fácil esa convicción cuando se es joven, sin tener una obra que sustente este convencimiento. Espero que los años vayan entregando el sustento de esa confianza que trasmite Ricardo. En general la vida, supongo que más todavía en un país pobre como el nuestro, nos aleja de los avatares que supone “el trabajo con el espíritu”. Lo normal es que las personas renuncien a estos menesteres y la escritura se mueva con los años entre la porfía y la desesperanza. El escritor en Chile aprende temprano (o los escritores más o menos serios aprenden temprano) que se debe expurgar cualquier santidad apócrifa. Cualquier santidad en realidad. La poesía está para destruir templos, no para levantar animitas afuera de Nueva York 11 o la RAE.

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Le he pedido al autor no se apure en ir publicando sus nuevos libros inéditos. Se lo pido a todos los escritores en realidad. Puede parecer un eslogan, pero no lo es y es una de las pocas cosas de las que estoy seguro. En la vida es importante el primer libro, sin duda, pero más importante es el segundo y el tercero, la manera en que se traza un destino donde conjugamos causas y azares. No creo en dioses sin embargo soy el dios de mi escritura y he forjado su destino sin dejar que entren los mercaderes a traficar sus baratijas y miserias. Así como también soy el dios de las cosas frías que viven en la oscuridad de mi refrigerador y esperan que aparezca a cualquier hora del día y alargue mi brazo como una vela encendida.

9

No quiero finalizar estas innecesarias palabras sin agradecer a Ricardo la invitación a presentar su libro. Me alegra saber que algunos escritores todavía piensen que tengo algo que decir. Ricardo Olave es sin duda un poeta, y es también una buena persona, lo que según Guido Eytel es más importante. Yo espero que los nuevos años nos traigan segundos y terceros libros de Olave vengo, Olave voy, y que estos nuevos libros sean una raíz conectada con el futuro. 



Labranza, Marzo 2024. 





Sobre el autor de “Enclaustro”: 



Ricardo Olave nació en Temuco, en 1997. Es poeta y periodista. Cursó estudios en la Universidad de La Frontera, así como en la Universidad de
Coimbra. Es parte del podcast Recado Confidencial, dedicado a
contingencia y cultura mapuche. “Enclaustro” es su primer
poemario. Actualmente reside en Sevilla, mientras trabaja en la
edición de su libro “Portugal Blues”.  


Puedes encontrar Enclaustro en la web de Tortuga Samurái (Haz clic aquí)



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