Celebración, del poeta coquimbano Javier del Cerro
Pampa Negra Ediciones - 2024

A continuación, presentamos el poema “Celebración” de Javier del Cerro, nombre homónimo de su libro recientemente publicado este 2024 en la colección de poesía Pleamar de Pampa Negra Ediciones, con prólogo de Thomas Harris y epílogo de Álvaro Ruiz.
Celebración
Me celebro cada amanecer
nazco al día y busco en las raíces de los árboles
lo que oculta la arena, lo que dicen los pájaros.
Construyo nidos con mis palabras y celebro el mar.
¡Bella inmensidad a ti canto mis versos salvajes!
Una máquina corta fierro,
una chicharra en el árbol transparente,
una motoneta por la calle.
Me celebro resiliente ante la multitud.
Un macho, tres hembras y su madre
son mis queridos animales, una mujer
es el viento, un colibrí en el hibisco rojo
torcazas, mirlos, palomas, teros, chercanes,
gorriones, chincoles suben al laurel blanco,
de la ventana puedo verlos.
Celebro la duna que nos contiene
y el amor por sobre todas las cosas.
Este mosaico de nubes
la tormenta y la calma.
Voy en un barco ebrio
drogado con el sol naciente
y la música del mar y los pájaros.
Te amo de madrugada
y voy por ti a las profundidades,
a esa oscuridad de espuma
al encuentro del fuego y el cielo
con las aves de la penumbra.
Camino y celebro la claridad
mis huellas dibujadas en la arena
y los animales en el agua jugando
con las olas, persiguiendo pájaros.
Es otro mundo el alba amor mío
cuando sueñas en tu bote de algas
y te acercas a la costa para despertar
y comenzar tu día.
Te celebro y canto.
Entro al mar,
frágil nado y salto
el agua es mi elemento
mi cuerpo lo celebra
el sol lo ilumina, lo curte.
Estoy solo frente a su grandeza
y floto en su universo.
Soy un pez de color
tornasolada es mi piel
voy por lagunas
y arrecifes buscando mi alimento
amando y pariendo en otras aguas.
Soy el pez de Abisal
el Rodaballo de Grass
que aparece y desaparece en la catástrofe.
Truene o llueva espero la tormenta
y ladran los perros cuando me ven
convertido en rayo.
En un cangrejo en las noches estrelladas.
Llevo una corona en los dientes
que alumbra los abismos desconocidos
la magia de los montes,
los temblores y marejadas me celebran.
Hijo de todas las cosas.
Voy con mi falucho de palo
cruzando los mares profundos
y rio para ver las formas
busco una estrella caída,
un tesoro.
Ver el fuego que enciende el mar.
Sé que has caminado con el alba
sin despegar los ojos del horizonte
un chamán frente al fuego
y sus animales de poder.
Celebro la vida con sus detalles y contradicciones.
Soy el hombre vilipendiado
que sana su espíritu y va con su cuerpo
de agua reflejado en el universo.
Miro las estrellas de madrugada
y estoy vivo o naciendo.
Veo el sol de mi patio
fui por el mar y el amanecer
celebro la belleza del lugar
sus animales y plantas.
Olores, texturas, sabores.
El canto de las aves.
Celebro el fuego del sol
y todo lo que vive por él.
Celebro la voluntad,
la constancia, los cambios.
A ti canto naranja encendida
nave roja, corazón de pimiento,
cara de gallo.
De noche con mis animales
vimos relámpagos rojos en el pueblo.
El amanecer era azul y poblado de nubes.
Recién cantan los vecinos de los árboles
de sus nidos de adobe.
La espuma leche derramada
sobre el oscuro mar.
Las olas eran el son
del alba los tambores
y los sueños salían volando de mi cabeza
a esconderse en la arena.
Se ven luces y formas en la penumbra.
El azul y el negro se habían confabulado
y era oscura el alba y la espuma
pequeños cerros blancos.
Una ventana se abrió en el horizonte
vimos la luz del amanecer.
Pozas de agua, aves volando,
correrías, saltos y ladridos.
Medito con el sonido de las olas
mis pies se entierran en la arena.
Celebro el silencio.
Celebro las estrellas de la madrugada
el alba.
Cada despertar y el sonido de las olas.
Los cantos, los trinos, los chirridos.
Espero que amanezca y celebro su luz.
Recuerdo mis sueños y el privilegio
de estar en el mar con mis animales.
Celebro escribir mientras despiertan las aves.
Había amanecido y el sol
nos miraba de una nube gris.
Esperando remontar para los amantes,
los que sueñan enamorarse.
Un agua de jengibre para construir
los versos de una mañana clara
y escuchar a los vecinos de los árboles.
Muchos peces varados y una anguila viva
en una poza.
Nublado y caluroso el amanecer.
Nubes, estrellas, luna,
el horizonte quemándose rojo,
amarillo.
El mar hizo desparecer los bagres varados.
El desierto y el mar reflejando el universo.
Éramos granos de arena con mis animales,
insectos invisibles, bacterias de las algas.
Pequeños en un mundo perfecto.
La loba nadaba con la luna en el mar
y estaba radiante sobre nuestras cabezas.
Celebro a la luna de la madrugada
sus colores y reflejos.
Los animales y su pasión por el alba.
Javier del Cerro
Nació el 4 de julio de 1970 en Coquimbo. Estudió teatro en la Escuela Experimental de Arte (1985-1989) y filosofía en la UMCE.
Ha publicado los poemarios: Perroosovacacangufante del Mar (1992), Signos en Tránsito (1995),Ciudad de Invierno (1999), Serpiente (2006), Abisal (2011) y Corpus carne (2020), además de escribir obras teatrales y editar los libros: Poesía chilena contemporánea, cuatro poetas y sus libros de Coquimbo y La Serena (1999) y Poesía chilena contemporánea, cinco mujeres poetas de Coquimbo y La Serena (2001).
Su nombre figura en varias antologías: Poesía chilena para el siglo XXI (DIBAM, 1996); Antología de poesía chilena, compilada por Teresa Calderón, Lila Calderón y Thomas Harris (2018); y en Antología de poesía chilena, anotada y presentada por Max G. Sáez (2018).
Ha recibido entre otras distinciones: Beca para Jóvenes Escritores de la Biblioteca Nacional (2000), Premio Municipal de Literatura de Coquimbo (2002), Beca de Creación Literaria en Dramaturgia (2008) y Poesía (2016).
Actualmente vive junto a su compañera Beatriz en el balneario de Costa Azul, La Paloma, Uruguay.
Soy el hombre vilipendiado
que sana su espíritu y va con su cuerpo
de agua reflejado en el universo.
Miro las estrellas de madrugada
y estoy vivo o naciendo.
Veo el sol de mi patio
fui por el mar y el amanecer
celebro la belleza del lugar
sus animales y plantas.
Olores, texturas, sabores.
El canto de las aves.
Celebro el fuego del sol
y todo lo que vive por él.
Celebro la voluntad,
la constancia, los cambios.
A ti canto naranja encendida
nave roja, corazón de pimiento,
cara de gallo.
De noche con mis animales
vimos relámpagos rojos en el pueblo.
El amanecer era azul y poblado de nubes.
Recién cantan los vecinos de los árboles
de sus nidos de adobe.
La espuma leche derramada
sobre el oscuro mar.
Las olas eran el son
del alba los tambores
y los sueños salían volando de mi cabeza
a esconderse en la arena.
Se ven luces y formas en la penumbra.
El azul y el negro se habían confabulado
y era oscura el alba y la espuma
pequeños cerros blancos.
Una ventana se abrió en el horizonte
vimos la luz del amanecer.
Pozas de agua, aves volando,
correrías, saltos y ladridos.
Medito con el sonido de las olas
mis pies se entierran en la arena.
Celebro el silencio.
Celebro las estrellas de la madrugada
el alba.
Cada despertar y el sonido de las olas.
Los cantos, los trinos, los chirridos.
Espero que amanezca y celebro su luz.
Recuerdo mis sueños y el privilegio
de estar en el mar con mis animales.
Celebro escribir mientras despiertan las aves.
Había amanecido y el sol
nos miraba de una nube gris.
Esperando remontar para los amantes,
los que sueñan enamorarse.
Un agua de jengibre para construir
los versos de una mañana clara
y escuchar a los vecinos de los árboles.
Muchos peces varados y una anguila viva
en una poza.
Nublado y caluroso el amanecer.
Nubes, estrellas, luna,
el horizonte quemándose rojo,
amarillo.
El mar hizo desparecer los bagres varados.
El desierto y el mar reflejando el universo.
Éramos granos de arena con mis animales,
insectos invisibles, bacterias de las algas.
Pequeños en un mundo perfecto.
La loba nadaba con la luna en el mar
y estaba radiante sobre nuestras cabezas.
Celebro a la luna de la madrugada
sus colores y reflejos.
Los animales y su pasión por el alba.
Javier del Cerro
Nació el 4 de julio de 1970 en Coquimbo. Estudió teatro en la Escuela Experimental de Arte (1985-1989) y filosofía en la UMCE.
Ha publicado los poemarios: Perroosovacacangufante del Mar (1992), Signos en Tránsito (1995),Ciudad de Invierno (1999), Serpiente (2006), Abisal (2011) y Corpus carne (2020), además de escribir obras teatrales y editar los libros: Poesía chilena contemporánea, cuatro poetas y sus libros de Coquimbo y La Serena (1999) y Poesía chilena contemporánea, cinco mujeres poetas de Coquimbo y La Serena (2001).
Su nombre figura en varias antologías: Poesía chilena para el siglo XXI (DIBAM, 1996); Antología de poesía chilena, compilada por Teresa Calderón, Lila Calderón y Thomas Harris (2018); y en Antología de poesía chilena, anotada y presentada por Max G. Sáez (2018).
Ha recibido entre otras distinciones: Beca para Jóvenes Escritores de la Biblioteca Nacional (2000), Premio Municipal de Literatura de Coquimbo (2002), Beca de Creación Literaria en Dramaturgia (2008) y Poesía (2016).
Actualmente vive junto a su compañera Beatriz en el balneario de Costa Azul, La Paloma, Uruguay.