Jaula gruesa por el animal hembra, cuatro poemas de Alicia Galaz
Pampa Negra Ediciones - 2024
Fotografía: Jorge Aravena
Los poemas presentados a continuación, corresponden a la reedición de su libro “Jaula gruesa por el animal hembra” disponible en la colección Pleamar de Pampa Negra Ediciones, con prólogo de Emma Sepúlveda Pulvirente y epílogo de Dave Oliphant, edición que rinde homenaje a su memoria y proyecta su legado a las nuevas generaciones.
Hembrimasoquismo
Quiero que sepas
una cosa.
Tú sabes cómo es esto…
una cosa.
Tú sabes cómo es esto…
Clasificada nazco como mujer.
Eterna esposa entre ollas, platos, calcetines,
escobas, cocinas, papillas y cedazos.
Río en mi apostolado de sábanas.
Aséptica rechazo ambigüedades:
defiendo el-legado-del-espíritu,
mientras exorcizo el presupuesto.
Funcionaria del tiempo distribuyo los mil y un días
en flagrantes compromisos, cumpleaños y bautizos.
Toda una red de conductas hidrópicas, purgativas.
La soledad me marca en las ferias y en las plazas.
En el instinto me refugio.
Me controlan la matriz.
Me postergan, me limitan, dosifican la ternura
y las palabras.
Planeamientos de alto nivel condicionan mis esquemas.
Sobre el parir o no parir
hablan.
Ponen odio y miedo.
Me lanzan por el rostro las leyes, la religión
o las costumbres
Y a ti que te sonríes, te borraré del Paraíso.
Mi madre me tortura en la punta de
la silla
“Yo recuerdo en mi infancia…”
Mi madre me tortura en la punta de la silla
los sábados a la hora de visita:
los pies juntos en casa de la amiga,
sin moverme y no se moleste muchas gracias
mientras mi hermano trepa escalas,
saca frutas, se raja el pantalón con el gran siete
de la victoria en su primera independencia,
al regresar libre de nosotras, 30 metros adelante.
Me colocan cintas, me complican los vestidos,
sobre el andar y los modales
dictan cátedra las abuelas, las tías,
las vecinas y parientes que reiteran los peligros
de las relaciones prematuras.
Hablan de ser madre y buena esposa,
de ventajosos matrimonios escucho asertos perentorios:
si luego la niña no se casa
es mejor que siga una carrera, pero corta.
La honra familiar se cuida y pasiva recibo los consejos
sobre el matrimonio nuevamente
y corro hacia mi madre de la virginidad,
voy a mis amigos, de la moral, de casamientos
y bautizos, protocolo y ceremonias,
los buenos maridos, respeto y conveniencias.
Mi padre llega hasta la mesa y tejo entonces fantasías
sobre mi madre comedida que le lleva su café.
Círculo cerrado
Yo no vengo a resolver nada
La madre Rosa tiene un hijo Juan y ese hijo Juan
tiene un hijo Pedro, entonces la abuela Rosa
aconseja a su nieto Pedro que cuide de su padre Juan
en los últimos días de su vejez.
El hijo Pedro entierra a su padre Juan
y cruza por la vida engendrando a Francisco, Inés,
José, Mario y Jorge, que luego sepultan a su padre Pedro
para todos ellos engendrar las Rosa, los Juan,
los Pedro, los Francisco, las Inés,
los José, los Mario y los Jorge,
enterrando y engendrando ad aeternum.
Recado para el Hombre de la Revolución
Juntos en la
unidad
En la medida justa de nuestras antiguas pesadumbres
y en frágil orden de los días,
construimos la andadura de esta revolución,
señaladas con el signo del destierro
en los veranos envenenados de cualquier sierra maestra,
donde el hijo se pasea con la mochila de la muerte
después de tanta sangre.
La levantamos reclamando la firmeza del poncho
que tejió la abuela, enseñó tu madre
a tus hermanas y tu mujer hiló para tus hijos,
con cada golpe en los talleres del hombre,
en las calles y en la casa, con los salmos del trabajo
y el vientre parido tantas veces.
La alzamos javiera carrera, magaly, ramona parra,
compañera y no esclava para achicarle el pie
como en la china de otro tiempo.
La nostalgia de margarita se nos viene encima
con su nombre naranjo
con el hambre de todas las mujeres de la pampa
que agitan y agitan los fantasmas de sus mineros muertos.
La alzamos y ya tañe su estructura.
Heridos estamos todos, reinventemos ahora el mundo
con sus nombres escritos en mitines, asambleas y congresos,
sin la asfixia de todas las marilyn de este siglo.
Alicia Galaz Vivar (1936-2003)
Nació en Valparaíso el 4 de diciembre de 1936. Voz destacada en la poesía chilena, crítica literaria e investigadora, directora de la emblemática revista y grupo Tebaida (1968-1972). Desplegó una amplia trayectoria académica en las sedes Antofagasta y Arica de la Universidad de Chile, y tras su exilio en Estados Unidos.
Entre 1966 y 1975 vivió en el norte del país, animando una intensa actividad cultural e intercambio con escritores, que posicionaron a este territorio en la geografía poética continental.
Doctora en Letras Hispánicas por la U. de Alabama (1980), especialista en la poesía gongorina, publicó varios estudios y antologías: La fábula de Píramo y Tisbe, la interpretación burlesca de la mitología grecolatina (1955), Antología de romances, letrillas sonetos y canciones de Luis Góngora (1961), Galatea y Tisbe. El discurso de los retratos: aproximación estructuralista a la lengua poética de Góngora(1974), entre otros.
En poesía: Jaula gruesa para el animal hembra (1972), Oficio de mudanza (1987) y Señas distantes de lo preferido (1990), además de la antología ariqueña Poetas de la universidad (1975) y el ensayo Alta Marea: Introvisión crítica en ocho voces latinoamericanas (1988). Traducida a otros idiomas, su nombre figura en revistas literarias y antologías. Alicia Galaz falleció en Martin, Tennessee, el 18 de octubre de 2003.