Mirar cómo todo arde  



Poemas de Gustavo Sotomayor Uribe 








Una ventana es donde fractura el autopista



Urge observar. La ventana es un estanque sin fondo. Este ruido me ha dado razones para la intranquilidad, para perderme en lo apresurado. Volcarse en la seguridad de las paredes propias. La ventana es un estanque pantanoso acechado por un puente. Urge la velocidad, urgen los modos que tiene la autopista para deslumbrar. Perdemos el equilibrio, el movimiento llama a arrojarnos.

Un día bajaré de esta torre y no volveré.

Un día, que es hoy, miraré por este barranco y lanzaré piedras, leeré su trayectoria sin oírlas tronar en el asfalto.

Un accidente es corrupción en la atmósfera, la falta de respiración

                                                                                                             o la completa asfixia. 










Quarto mudo




El silencio a presión

pared a pared

es la mano que toma con fuerza la sábana

                        y se funde en un nudo sudoroso

un llanto crecido hasta el cielo raso



suda el hormigón

                        algo de sal y aceite fascina a las moscas

                        cada vez         

la voz en mordaza

                        aún

es la mirada que no se cierra



la exaltación estancada del puño varado en su desvarío

                        es la mirada férrea, acusadora

                        el frío roce de un espasmo trepador en la costilla



al costado la ventana abierta

descienden las aves a aparearse sobre el cieno

a la espera de un eclipse

                                                           jamás bailado


Burning desire




El placer de ver las cosas descomponerse, demostrar que no hay nada más allá que raquíticas vigas, nada más que huesos. Las ventanas y los puentes en ángulo de fractura. Observo las montañas y palpo mi nariz. Siento la rabia inundarme.

Abandonar un sitio, cambiar aquella postal por el patio de una vecina que amanece gritando, llora su perro a la misma hora todos los días. Su nieto sube al techo y remueve con sus manos las hojas y todo lo que dejó la tormenta. Un vecindario es la constelación de desechos y sombras. Gatos agitados, recolectores de basura, carteles de desaparecidos.  

¿Sabías que

                        un barrio completo canta al unísono

                        con el aroma a azufre que expele su balneario?

                        que una antena es el dedo de un dios sepultado

                        en los escombros de las plegarias?

                        que la inundación de una gran avenida

                        es la sombra del río que fluía

                                    en aquella dirección?

La muerte como el ejercicio de sinceridad definitivo.


Las ventanas son colgaderos de ropa, la sábana amarrada al marco despide la humedad del sexo. También el sonido del vecindario cuyo cielo es vigilado por las torres de dos iglesias que se miran de frente. Una mujer es velada en casa y la tristeza toma la forma de un culto                      anterior al fuego.           










Gustavo Sotomayor Uribe (Puerto Montt, 1992)


Poeta y Profesor de Lengua y Literatura. Ha publicado Aliento de estepa (Nelumbo Cartonera) y la plaquette Pabellón de coral (Armatia Ediciones). Fue becario de la Fundación Pablo Neruda el año 2022.

Codirigió el taller Territorio (2019) en el Centro Cultural Manuel Rojas, además de haber sido parte del equipo gestor del Laboratorio de Lecturas Locales (L.L.L) en el Centro Cultural Casa Palacio (2023).
                                                                                              

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